Hola, mi nombre es Joette Calabrese. Muchos de ustedes ya me conocen, por haber leído mi blog semanal o la columna inaugural, The Homeopathy Journal, en números anteriores de la revista Weston A. Price Journal - Tradiciones Sabias   Wise Traditions .

Quizás sepas también que crié a mis hijos sin nunca recurrir a los medicamentos farmacéuticos convencionales, confiando únicamente en la homeopatía y el sentido común (¡con un poco de valentía, coraje y determinación!).

Lo que la mayoría de ustedes no saben es cómo empezó mi jornada hace más de 40 años.

Como muchos de ustedes pueden encontrarse ahora, yo era una joven muy enferma. Tenía fatiga crónica, dolores de cabeza, asma, artritis y ataques de ansiedad.

Como si eso no fuera suficiente, mi cuerpo era sensible a todos los productos químicos, toxinas y sustancias artificiales imaginables (¡y algunas no tan imaginables!).

Protegerme de estas toxinas era casi un trabajo de tiempo completo. No tuve ningún problema. Estaba tan enferma que eventualmente no pude trabajar de todas maneras. Me vi obligada a dejar mi exitosa posición de ejecutiva de cuentas de la cadena NBC. Ya no podía trabajar en las numerosas organizaciones comunitarias de las que era directora. Me convertí en una enferma crónica casi de la noche a la mañana, y eso cambio mi vida radicalmente.  La mayoría de las personas cuando se enferman acuden al médico. En aquella época yo también hice lo mismo.

Pero para ser honesta, los médicos no sólo estaban desconcertados, sino que los fármacos que me ofrecieron sólo empeoraron mi situación.

Antibióticos, esteroides, hormonas, analgésicos e inhaladores. Estaba empeorando más rápidamente con las drogas que sin ellas.

Pensé que si estaba enferma con los medicamentos y estaba enferma sin ellos, ¿para qué comprar más problemas en nombre de efectos secundarios devastadores? Entonces dejé todos los fármacos. Ese fue el gran momento crucial para mí.

El resto de la historia es lo que hice para recuperar mi salud.

Primera parada: una tienda naturista.

Allí aprendí sobre hierbas, vitaminas y demás. Compré libros (muchos) y estudié. Aprendí sobre el vegetarianismo. Las tiendas naturistas son partidarias de esta modalidad. Pero luego aprendí que esto estaba aumentando mis problemas. 

Sin embargo, un poco aquí, un poco allá y mi salud empezó a mejorar ligeramente. Lo hice absteniéndome de recurrir a los medicamentos farmacéuticos, comiendo alimentos caseros y manteniéndome alejada de las toxinas ofensivas lo mejor que pude.

Luego hubo un día especial que cambió mi vida y, posteriormente, la vida de mis seres más cercanos.

Asistí a una conferencia ofrecida por un médico homeópata. Discutió la capacidad curativa de la homeopatía, particularmente en lo que respecta a las toxinas. ¿¡¡Qué!!? ¿Alguien podría saber cómo curar mi enfermedad?

Sin embargo, el buen doctor estaba jubilado y no quiso aceptar mi caso.

Afortunadamente para mí, acabé encontrando un homeópata en mi área que había estudiado en Europa.

Al cabo de unos meses, me curó.

Como estaba tan entusiasmada con mi transformación, organicé un grupo de amigos y estudiamos homeopatía. Primero en mi sala de estar y luego en las casas de otras personas, nos reunimos todos los jueves por la noche durante cuatro años. Estudiamos. Aprendimos. Nuestro conocimiento se profundizó.

Hoy, décadas después, mis hijos son adultos sanos y yo tengo una práctica homeopática próspera con 17 empleados de tiempo completo o parcial.

Y todo se remonta a esa conferencia, mi primer homeópata y ese pequeño grupo inicial de amigos.

Quiero recrearlo.

Aquellas reuniones con mis amigos tuvieron un efecto tan profundo, que encargué a mis colaboradores que me ayudaran a crear un plan de estudios de grupo para recrear aquellos momentos maravillosamente informativos e influyentes en mi vida.

Ha sido un proceso constructivo. En otoño de 2015, creamos el primero de dos grupos de estudio piloto. Probamos, ajustamos el plan de estudios, lo modificamos y volvimos a probarlo, y luego registramos las opiniones y comentarios de los miembros.