La homeopatía es un paradigma médico que solía coexistir cómodamente con todas las demás ramas de la medicina. En el siglo XIX, se habían abierto en Estados Unidos más de 100 hospitales homeopáticos y 22 escuelas de medicina homeopática. De hecho, muchos de los hospitales actuales se fundaron como hospitales homeopáticos.

La homeopatía desarrolló un destacado historial de éxito. Durante la mortal epidemia de gripe española de 1918, por ejemplo, los médicos convencionales perdieron el 28% de sus pacientes de gripe, mientras que los médicos homeópatas perdieron sólo el 2%.

Luego, en la década de 1930, se introdujeron los antibióticos y se los aclamó como drogas milagrosas. Los médicos convencionales y la incipiente industria farmacéutica unieron fuerzas para sacar del negocio a los médicos homeópatas, sus principales competidores. Su campaña de desprestigio tuvo éxito en América del Norte, pero la homeopatía continuó prosperando en Europa, India y América del Sur, donde hoy es el método medicinal de más rápido crecimiento. Según las Cámaras Asociadas de Comercio e Industria de la India, es probable que el mercado indio crezca un 30% anual. Esta misma organización estima un crecimiento global del 25% anual, siendo Francia el mayor contribuyente.

A pesar de los escépticos que todavía ridiculizan a la homeopatía, su historial de excelencia en la lucha contra las epidemias está documentado. En una situación de crisis, en la que es posible que no haya médicos ni hospitales disponibles, la homeopatía puede curar a miles de personas mediante la acción radical de un único remedio bien elegido. De hecho, la salud pública es el ámbito donde se estableció la reputación de la homeopatía en el siglo XIX.

La homeopatía funciona según el principio de que "lo similar cura lo similar". Este principio dice que cualquier sustancia que pueda causar una enfermedad en una persona sana puede curarla si se manipula de tal manera que anule las propiedades tóxicas y deje sólo la capacidad curativa. Esto lo logramos mediante una serie de diluciones.

Este método es especialmente útil en caso de epidemias. Una enfermedad epidémica es causada por un microorganismo contagioso. Una vez que se identifica el microorganismo, se puede crear un remedio que se dirija específicamente a ese organismo. En otras palabras, tu veneno se convierte en tu medicina. Este remedio específico se llama nosode.

El nosode ofrece curación y protección a quienes padecen la enfermedad incluso antes de que aparezcan los síntomas. Por ejemplo, Influenzinum es un remedio específico para la gripe. Como profiláctico, se tomaría cuatro veces en un día, luego una vez por semana durante un mes y finalmente una vez al mes hasta que desaparezca el contagio. Esto puede durar hasta dos o tres meses en total. Este remedio también se puede emplear después de que alguien ya haya contraído la gripe para mitigar los síntomas. En este caso, cuando la enfermedad comienza a manifestarse, el remedio se toma dos veces al día hasta restablecer la salud.